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19. El DS y la instalación hidráulica

La suspensión hidráulica, o más exactamente hidroneumática, que equipa el DS y los coches de generaciones siguientes: CX, GS, BX, XM, Xantia y el último hasta la fecha el C6, se remontan a estudios anteriores a la segunda guerra mundial. En aquel tiempo era incompatible asociar la comodidad de una suspensión suave al buen comportamiento en carretera de un coche. Un coche que se comporte bien en carretera “debía” tener una suspensión dura y uno que fuese más cómodo con suspensión blanda, se comportaría peor en carretera. Era un buen axioma. El Tracción sin embargo no debía nada de su comportamiento en carretera a la dureza de la suspensión, sino que era debido a un desequilibrio físico motor-caja. Hacía ya mucho tiempo que el ingeniero A. Lefèbvre y su equipo, tenían la sensación de que era la adherencia al suelo lo que debía contribuir y determinaría el buen comportamiento del vehículo.

Pruebas de suspensión hidráulica y de barras de torsión de gran movimiento de eje, fueron estudiadas desde 1939-40 en un Tracción Delantera. Tras unas primeras pruebas espectaculares e infructuosas, el señor Paul Magés redujo el movimiento del eje de suspensión y pensó al mismo tiempo en un corrector que obliga al coche a inclinarse hacia el interior de la curva, como hacen las motociclistas. Desgraciadamente habrá que esperar hasta finales del siglo XX, para que el corrector de balanceo, sustituya a las barras estabilizadoras tradicionales (gracias a la electrónica).

Mientras tanto, se trabaja en una suspensión interactiva (rueda trasera derecha reaccionando en oposición a la rueda delantera izquierda y viceversa), sistema que tenía sólo un defecto: necesitaba bastante espacio y era pesado y complejo. Para responder a un pliego de condiciones draconiano, la hidroneumática que hubiera podido funcionar de forma bastante simple (como en los futuros GS y BX), tiene que trabajar a todo gas de tanto como se le quiso pedir. Se asoció con el embrague automático, con la dirección, frenada y el cambio de velocidades, de lo que resultó, por lo menos en los primeros modelos, una instalación que daba miedo a cualquier mecánico.