18. 1956, el año difícil
Si bien es cierto que el DS 19 fue desde el momento en que apareció un coche formidable, vanguardista y con muy buena acogida, también es cierto que estas alabanzas venían muy a menudo de gente poco entendida, más influida por la actualidad que por las cuestiones de fondo.
Desde Octubre de 1955 a la primavera de 1956, Citroën dispuso de un éxito mediático poco frecuente. En cuanto a los primeros usuarios, tuvieron que pagar una puesta a punto defectuosa; pues en teoría, la suspensión funcionaba muy bien, pero el líquido utilizado corroía las juntas, lo que provocaba un escape en el sistema hidráulico. Así se pudo ver al presidente Eduard Herriot averiado en plena plaza de la Concordia. Por otra parte, casi todas las celebridades que tuvieron un DS 19 durante la primavera de 1956, se averiaron siempre en lugares donde hubieran preferido que se los tragase la tierra.
Desde la primavera de 1956, el DS tenía fama de estar en el taller cada 15 días. Citroën se ve en la obligación de reparar una enorme cantidad de coches. Ya no se pueden contar las averías hidráulicas, pero no son las únicas. Los primeros compradores, a pesar de las críticas que hacen a este tipo de averías, siguen entusiasmados con su coche, tanto por la imagen como por otras ventajas, eso sí, tuvieron que pagar la novatada. Pero los que han publicado artículos sobre este coche, sus incondicionales, piensan que un DS es otra cosa, es especial y tachan de malos conductores a esos que no querían salir de casa por miedo a las averías. O sea, el problema según ellos, estaría en los conductores y no tanto en el coche. Los problemas sobrevenidos al DS en el 56-57 e incluso en el 58, le perjudicaron mucho en los mercados extranjeros y en los franceses de ultramar, donde los concesionarios y agencias eran reticentes a la hora de importar este coche. Uno de ellos en Abidjan dijo en Agosto de 1958: “Si vendo un DS, tengo que contratar a tres mecánicos nuevos de día y de noche para el mantenimiento y futuras averías”.
Fue en gran medida gracias a un químico, el señor Trouche, que se vuelve a la normalidad; al descubrir en 1958 la causa fundamental de las averías. El líquido hidráulico (que no es exactamente un aceite) corroe las piezas en caliente, y por lo tanto en el capó y en los alrededores de los tubos de escape. Una vez sustituido este líquido, fin de la pesadilla, ya no hay fugas. Paralelamente son informados los servicios post-venta y las agencias. Los DS pueden circular ya sin problemas.


Pero el problema de la complejidad general de este coche, persistirá con el paso de los años, hasta el punto que para los profanos, los bajos del capó seguirán siendo igual de sorprendentes.
Al mismo tiempo de los problemas hidráulicos, muchos materiales nuevos, con el uso, no se comportaron como se esperaba de ellos: los cristales cierran mal, el coche coge polvo, la técnica de “todo en el tórax”, defendida por André Lefèbvre, añadida a la asistencia y potencia de los frenos, hacen que incluso los enormes neumáticos X, montados originariamente delante, se desgasten muy deprisa (antes de los 25.000 Km, a veces 10.000 Km). Esto produce una gran preocupación en Michelín.


Neumático XAS